Aymée, una de esas amigas que siempre están, a pesar del tiempo, la distancia, a pesar de todo... me regaló este texto, me permitió publicarlo y acá está:
DE ATARDECERES VIOLETAS Y REGRESOS
Cierto es todo lo que dicen las Brujas.
Podemos dar fe las Cazadoras de colores y de perfumes.
Una puede identificar a un habitante de Versalles por el color o el aroma.
El olor a glicinas indica que vive en una casita baja, con pérgola de hierro, de la calle Arregui.
En cambio si usted se cruza con alguien de la calle Roma, sentirá un exquisito olor a pan recién horneado.
Indudablemente alguien vestido de rosa o de violeta indica que ha pasado largas horas bajo el jacarandá de la plaza de Banff.
Un verde oscuro delatará que ha leído "La voz del barrio" bajo un pino señorial
y el color rojo, ah! el color rojo delata la exaltada pasión de un amante despechado en la mismísima esquina del mercado.
Si usted se fija detenidamente observará en la vereda cuatro baldosas que se mantienen siempre húmedas por el llanto vertido por el sufriente.
Eso sí, le recomendamos no acercarse a viveros o florerías: los olores y colores podrían confundirlo y, después de un breve mareo usted se encontrará caminando por la calle Nazca y... allí tendría que empezar de nuevo otra leyenda.
Pero no se preocupe. Preste atención, agudice sus sentidos, busque una señal... o simplemente cierre los ojos, piense en los atardeceres violetas de la plaza de Banff y espere, simplemente espere.
Aymée.