Ciudad de Buenos Aires, Versalles, barrio de casas bajas con calles adoquinadas y pasajes de tierra.
Gallineros en los fondos, jaulones con canarios, limoneros, rosales, malvones, calas.
¡No cultives hortensias, Luisa, que no se casará la nena!
La sombra de la parra.
El camión de la Panificación, el lechero, barriletes caseros.
Guardapolvos para los varones, las niñas con delantales, blancos, almidonados. Moños en las trenzas. Medias tres cuartos, vincha, bolsita de alcanfor, valija de cuero marrón con tres divisiones y pesadísima aún vacía. Mapas calcados con plumín.
El cuadro de honor. Guantes blancos y escarapela.
Diciembre con su perfume de pan dulce casero, vacaciones. Redes para cazar mariposas, Cerebro Mágico, bicicleta, Wincofón, Patoruzito, Billiken, vestidos para las muñecas hechos en casa, aviones de madera balsa, la vuelta a la manzana. Cine los domingos a la tarde, en el club, tres películas en una función.
En su silla, en la vereda, a la sombra del ligustro, con el mate y la Spika, el abuelo José discutiendo con el relator del partido Ferro-Vélez.
Guitarreadas, los Chalcha, los Fronte.
Vacaciones en Necochea y Carlos Paz.
Solario, patín carrera, ping-pong, picados en el potrero, bailes de Carnaval, jugar al agua, el corso,
la murga, disfrazarse...
papel picado en el pelo, en la boca, en el alma, ¡Reír!
Sumabe Texto y foto (Derechos reservados)
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